Al diablo se le cayeron los cuernos... o tal vez los ocultó

21.12.08

Noctambulo

cuando tus ciclos de sueño y vigilia se perturban lo más común es que tu noción del tiempo cambie drasticamente. en mi caso los días son más cortos. generalmente no alcanzas a hacer las cosas y cuando las haces es bastante tarde. te despiertas tarde, a menos que hayas puesto el despertador y desde que te levantas estás en un despertar de horas. tu capacidad intelectual disminuye de manera importante, asi tu atención, tu concentración. a la hora de almuerzo puedes estar un poco más repuesto, pero a esa altura ya no quieres más. no te das cuenta como las horas pasan y ya son las 22:00 hrs. pero las 22 hrs. no son lo que eran antes para tí. la hora de las películas, el previo del sueño (como yo lo recordaba cuando niño). ahora las 22 hrs. no significan nada, solo el inicio de la noche. cuando tus ciclos se perturban tu vida social también se ve afectada. el cansancio, la perturbación temporal, hace que distancies tus vinculos sociales. cuando no lo haces estos te desgastan de manera sorprendente. yo prefiero mantener mis vinculos sociales. entonces para eso de las 00 hrs, que antes era el nuevo día y hoy es solo una hora más de la noche, te encuentras solo en tu habitación, cansado y ansioso. te preguntas como abordar todo eso que te agobia de día. sabes que si tuvieras algunas horas mas lo podrías hacer, pero es que, a estas alturas, has olvidado el día se compone de más horas de luz que las que crees conocer. la noche se convierte en un espacio vacio y bastante extraño. no es un espacio de producción, en absoluto. sabes que no puedes meter ruido, y el cansancio no te permite tareas intelectualmente demantantes. la noche se convierte deambular por tu departamento con tus audifonos y musica. la noche se convierte en interminables horas de televisión basura. la noche se convierte en miles de clicks sobre links que te llevan a más páginas, con más links. la noche se convierte en una droga. tu cuerpo está aturdido al igual que tu mente. comienzas a idear cosas bizarras, que seguramente no idearías de día. comienzas a carecer abosultamente de lógica, y te permites experimentar sin esos márgenes. y te vuelves creativo, pero de una manera bastante extraña. tu creación pareciera no tener bordes. es algo amorfo. algo que podría bien ser o no. y de hecho no esperas lograr algo, pero cuando eres como yo, esperas que si se convierta en un objeto (pero ya lo dije, este no es un espacio de producción... yo diría más bien que es un espacio de dejarse ser, hacer por hacer, pero no producir). ya no necesitas soñar, porque sueñas despierto. el dormir solo se convierte en una necesidad biológica (pero que no logras completar, ya que en sueños estás preocupado de un tiempo que pareciera te hubieran robado). hasta el momento parecen solo aspectos malos, pero tengo que aclarar (y recordar) que es como una droga. tu imaginación se libera mucho más de lo que estaba libre. cuando escuchas música escuchas cosas que no esperabas escuchar, y la piensas incluso de una manera bastante diferente ¿por qué creen que tanta gente lee en la noche? (ahi es donde los cuentos se desbordan.) también es la mejor hora para hacer ensayos, para escribir, para tocar música. tu cuepro y mente están tan aturdidos que no se miden, y solo hacen. obviamente pueden surgir cosas burdas, como pueden surgir bellas obras (aunque sigo postulando que eso no es producción... la producción tiene un elemento de conciencia respecto a loq ue se produce... acá no hay conciencia de ello.) ese vacio en tu estómago, el cansancio de los brazos, aquella sensación de no querer hacer nada más, todo se conjuga. y entonces te das cuenta que eres un noctambulo, alguien que ha dejado de vivir de día por el vivir de noche. pero no en ese cliché de las personas bohemias que viven de bar en bar, de disco en disco, que no paran de estar en juerga. un noctambulo no es ese tipo de persona. no digo que no sea factible hacerlo, pero generalmente no te quedan energias para ello. el alcohol y las drogas pierden sentido, y lo único que te importa es la noche.
ya no necesito más LSD.

24.8.08

Por ahora Luis

Los que pueden ver el futuro siempre saben que van a morir. Lo que los diferencia del restco, es que ellos saben cómo y cuándo, el resto siempre tiene la esperanza que nunca ocurrirá, que se aplazará. Los que pueden ver el futuro saben que ocurrirá, cómo y cuándo, y por eso ya no le temen. Ellos saben que ocurrirá y saben que en parte es su decisión. Otros, como yo, nunca le temeremos a la muerte, porque sabemos que nunca vamos a morir. Claro, si somos objetivos ya he muerto una vez, pero la muerte pierde sentido cuando eres inmortal. Mueres y luego abres los ojos, estás en otro lugar con otro cuerpo. Así funciona para mí por lo menos. Cambia de caso a caso, pero es de esa forma para mí. Yo no entiendo muy bien, pero una vez que estás metido en esto en realidad pierde sentido preguntar. Puedes saber muchas cosas, pero nunca son suficientes para explicar a cabalidad lo que sucede. Te rindes ante la evidencia y te dejas para que suceda lo que suceda. Si algo ocurre, ocurrirá y ahí veré que hago al respecto. Ahora no puedo hacer mucho, acabo de abrir los ojos y me encuentro quien sabe dónde. Debería estar camino a un hospital, nadie se salva de un choque directo contra un edificio. María sabía que tenía que morir, ella misma me lo ha dicho. Se tomo todo el tiempo para poder decírmelo. Ella sabía, sabía perfectamente lo que estaba ocurriendo, así que me ayudó y pavimentó el paso. Solo tenía que seguirla, y lo hice. También el estar completamente ebrio ayuda. Parece que estoy en una pieza de hotel. Está el televisor, el teléfono y la guía con anexos al lado. Estoy vestido con un frac. Que elegante forma de despertar. Cuando abres los ojos nunca sabes que te puede esperar, pero hay siempre algo que te conecta con ese cuerpo y con ese momento. No es tan azaroso. Pienso que tal vez tengo una pistola y una cajetilla de cigarros, no hay ninguno de los dos, así que no parece que esté en el cuerpo de James Bond. No es que quisiera serlo, pero las cosas han sido tan raras, a momento tan cliché que ya nada me sorprende. Pero, luego, eso es lo que siempre sucede. Nada me sorprende. De chico quería ser superhéroe, tener poderes. Esto es lo más cercano y sinceramente no me agrada en absoluto. Debo calmarme, tomar aire. Respirar profundo, luego exhalar. Pero no puedo hacerlo, jamás he sido bueno para calmarme.
-¿te conté lo del chico que vi contando arena? –no conozco esa voz. Es un hombre y está en el baño, no sé quien pueda ser. –el pendejo estaba en la playa, sentado con la mirada perdida. Tomaba entre sus manos un poco de arena y comenzaba a contar. Bueno, no era que lo escuchara, pero es de esas cosas que no necesitas escuchar para saber que la están haciendo.
Trato de incorporarme, pero el cuerpo me pesa. Es extraño esto, nunca sabes cómo vas a despertar. A veces lo haces como si hubieses dormido por toda una semana, sintiéndote mejor que nunca. A veces es como si tuvieras resaca. Ahora es como un peso horrible en todo el cuerpo. El tipo sigue murmurando algo, mientras intento levantarme.
-¿me estás escuchando? Alrededor del pendejo estaba toda esa arena suspendida en el aire. Yo creo que esa fue la primera vez que entendí que las cosas estaban cambiando. –del baño sale el tipo. Un metro ochenta, mas o menos; unos sesenta años; pelo completamente canoso. Se está arreglando la corbata, mirando el nudo. –toda la arena de la playa suspendida en el aire, y el pendejo contándola una por una. Entonces se da la vuelta y… -levanta la vista y me queda mirando. –ahh, eres alguien más.
Miro alrededor mio, por un momento me siento como en shock. Es como cuando pasó por primera vez, que no comprendía mucho lo que sucedía.
-¿perdón? –le pregunto.
-que no eres Luis.
Por un segundo lo medito. Trato de pensar que si verdaderamente soy yo y no soy otro. Sé que si me miro al espejo no me reconozco. Pienso que pasaría si me llego a reconocer, pero se que, aun así, no soy yo. Si soy alguien famoso. O alguien que me he topado en mi vida. Alguien que he querido. O alguien que he odiado.
-no. No soy Luis. –le respondo una vez que mi mente deja de divagar.
-¿cómo te llamas?
-¿y qué pasó?
-¿ahh? ¿Y que pasó con qué? –me pregunta consternado.
-con el pendejo –le digo mientras me sostengo la cabeza debido a que comenzó la resaca.
-ahh… se dio la vuelta y me dijo cuanta arena había en la playa. No recuerdo bien, pero se que me dijo una cantidad exacta. Nunca comprobé si esa era toda la arena que había allí, pero se que no se equivocaba.
-¿Quién eres tú?
-tu compañía y tu guardaespaldas mientras ocupes el cuerpo de Luis. –me dice mientras termina, por fin, de arreglar el nudo de su corbata.
Por un segundo me quedé paralizado. La idea de estar ocupando un cuerpo no se me había pasado por la cabeza, o no me había detenido por completo a reflexionar al respecto. Cierto, y que pasa si solo estoy ocupando cuerpos. Tenía la inocente esperanza que estos cuerpos que habito eran míos, hechos para mi inmortalidad. No había pensado que no es así.
-¿cómo te llamas? –insiste con la pregunta.
-no importa, dime Luis.
-pero no eres Luis. –me responde de manera tajante.
-entonces piensa que Luis se volvió loco, tuvo un derrame cerebral, un tumor, no lo se… sé creativo. Por ahora soy Luis no más.
La resaca no quiere desaparecer.

24.7.08

hoy es un nuevo día

Carrie Bradshaw

Siempre le buscamos sentido a las cosas, pero es el sin sentido la lógica más común del todo. Y ves así como la gente busca respuestas en la religión, la política, la filosofía, en la poesía, las novelas, las letras de canciones, en lo que sus amigos le dicen, en lo que su familia le dice, en lo que le dice su terapeuta. Pero no, las cosas no tienen sentido y solo suceden. Cuando creías tener todo bajo control el azar se abalanza contra ti, y puede que suene trágico, y a momentos lo es, pero también es genial en otras ocasiones.

Hoy despierto con cierta motivación, me había puesto de acuerdo para una cita. Ya había insistido bastante (la tercera es la vencida, pero fui por la cuarta) y me había dicho que Ella me llamaría. Pero como yo ya me temía, luego de días complejos, nunca me llamó. La mañana y parte de la tarde se puede explicar como una espera, una larga espera. La llamada nunca llegó, pero no me rendí por cuestión de tiempo, me rendí por culpa de la indiscreción. Generalmente acuso a la gente de involucrarse de más en mi vida (así como la pérdida del espacio privado, cosa que me parece terrible), pero no soy muy diferente de todas estas personas, yo también irrumpo en el espacio privado. Violo la privacidad de variadas formas, veo en las mañanas programas de farándula, veo también reality shows, intruseo en facebooks, interrumpo conversaciones, soy psicólogo (o casi). Y luego del largo rato de espera le pido a mi hermana mi laptop (ya que es el único computador cómodo de la casa para trabajar o vagar por internet, hay un segundo laptop, pero por razones varias está detenido en una sala fría y desordenada que llamamos “taller”). Mi hermana tiene abierto su Messenger, y antes de cerrarlo me doy cuenta que tiene una conversación con Ella, y nada de tonto (y bien hipócrita) reviso la conversación. Ahora, mientras escribo esto, me odio por haber hecho eso, prefiero haber muerto en la ignorancia que vivir con lo que se (es una frase de alguna película, pero no logro recordar cual… o tal vez es solo un dicho viejo). Este salir con esta chica (si, ese es el titulo de relación… salir, como una relación sin ningún tipo de compromiso, tan solo salir… eso es todo) ya había sido tormentoso, por los horarios, por la disponibilidad, por mis ansias, porque entremedio me complicó en parte haber “tenido algo” con otra amiga de mi hermana (si, ella y mi hermana son amigas, sino ¿cómo habría dado con la conversación?), pero esto colmo un poco el vaso (puros eufemismos). En la conversación, las primeras líneas que leí de la conversación, está puesto el tema del “retraso que no fue”. Intruso, me pregunté qué significaba esto (aunque para serles sincero ya lo sabía), así que leí la conversación a la inversa hasta llegar al punto clave: ella se había acostado con otro. En ese momento cerré la conversación, me quedé pensando unos segundos, tomé mi chaqueta y huí de mi casa.

Me han herido el orgullo mil veces. No sé, eso sí, si alguna vez me han roto el corazón. Creo que nunca lo han hecho, y esta no sé si habrá sido la primera vez. Ella me gusta mucho, la encuentro guapa, interesante, pero no sé si es tanto así como para “romperme el corazón”. Sinceramente no lo creo, creo que lo que se hirió acá fue mi orgullo (nuevamente). Pero no solo fue herido, fue destrozado con un mazo gigante y pasado por una trituradora hasta convertirlo en polvo. Entonces me encuentro saliendo de mi casa, sin saber bien qué hacer. Me digo que tengo que moverme a alguna parte, hacer algo, llamar a alguien. Así, mientras camino sin rumbo, marco muchos números, pero todos parecen estar ocupados. Estoy solo, una vez más, sin saber qué hacer ¿Con ira? Probablemente ¿Con pena? No lo sé. Solo sé que quiero que mis piernas me ardan, se me rompan y astillen. Quiero que un bus pase sobre mí. Que alguien me asalte y me dispare en la cabeza. Quiero irme del país, como todas las veces que colapso, y partir una nueva vida. Entonces camino y camino y repaso cada puto detalle en mi cabeza. Pienso de quien fue la culpa. Y disparo contra todos. Ninguna bala se desperdicia cuando uno tiene rabia, todas dan con el blanco, no importa cuál sea su nombre, color, religión, edad o sexo. Así creo argumentos para despreciarla a ella. Argumentos en contra de mi hermana, en contra de mi entorno. Argumentos en contra de dios, de la religión y la cultura. Argumentos en contra del hijo de puta que se acostó con ella. Argumentos en contra mía. Y estas últimas balas calan profundo. Pasan por entre las heridas ya hechas y las hacen aun más profundas, hasta los mismos huesos. Pienso en porqué no aproveche aquella noche cuando dormimos juntos. Porqué me imaginé tantas huevadas, me llené la cabeza de historias y fantasías. Ya la había pasado mal por lo ansioso que me tenía todo esto, pero no solo cayó todo, se fue en picada directo contra el concreto. Entonces me imaginé la escena, de Ella con el tipo. Un tipo sin rostro, sin facciones determinadas, podría ser cualquiera (como mi hermana me había dicho días antes en una discusión). Yo pude haber sido ese cualquiera. Pero no, y no me hiere que haya sido Ella, pudo haber sido cualquiera, pero sentí que me quitaban algo que deseaba mucho. Era el niño que le robaban el juguete, ese mismo que no había sido abierto y lo abre ese otro niño sin que tu sepas, y te lo devuelve con la caja destrozada. Así me sentí yo. Y entonces pensé –para de pensar huevadas, y dedícate a caminar. –De esa forma caminé desde mi casa hasta el metro Universidad de Chile, esperando que algo ocurriera. Que un camión me atropellara, que mis piernas se rompieran por el esfuerzo (debo mencionar, que si bien caminaba, cada paso que daba era una patada al suelo), que un edificio se desplomará sobre mí. Pasé varias rojas sin detenerme. No levantaba la vista, miraba directo al suelo, sabía que si la levantaba me podrían dar unas ganas horribles de romperle la cara a la primera persona que me sonriera. Solo caminé. Y mientras caminaba la imagen de ella y ese “otro cualquiera” se colaba entre mi mente casi zen (si, la caminata, con todo el dolor, se convirtió casi en una ritual de meditación… pero solo casi, no lo era realmente), y cada vez que se colaba me daban ganas de gritar, llorar y golpear una muralla hasta que mis brazos estallaran. Quería que mis músculos estallaran, todos. Mis huesos se astillaran, fuese una bomba de carne y sangre. Desparramarme y perder toda conciencia, ser algo, nada más que algo. En un momento dado me encuentro sobre una micro, con un cable para guitarra en una mano y dirigiéndome a mí casa.

Llegué agotadísimo, entré, vi mi computador abierto y conversaciones de Messenger de mi hermana. La primera ventana abierta tenía el nombre de Ella, así que solo la cerré y me puse a dormir. Dormité realmente en pequeños lapsus de sueño de 5 o 10 minutos, interrumpidos constantemente. Una historia vino a mi cabeza, la quería titular “el cuarto de los abrazos”, no sé si la escribiré, pero está toda en mi cabeza y no la siento una mala idea. Largo rato después de dormitar y cranear la historia me levanto y encuentro a mi hermana en el otro computador. Le saludo, ella me saluda de vuelta. Le pregunto cómo está, me dice que cansada pero que bien. Ella me pregunta que como estoy yo, le digo que bien, pero bajoneado. Le explico mi salida, ella me mira con cara de consternación y me pregunta que me pasa. Yo sé que me pasa, pienso en cómo se lo diría y entonces le digo –no lo sé, estoy angustiado. Ya es de harto tiempo, pero hoy como que me ha achacado más de lo normal –le miento. Pero más que mentirle, le oculto. Vuelvo a mi pieza y encuentro mi celular sonando, es Max y me dice –prepárate que con Arturo y la Cata vamos a ir a ver Batman, para que vengas con nosotros. Te vamos a pasar a buscar. –gracias, pienso.

Max llega a eso de las 8:10. La película es a las 8:30 en el cine del Alto las Condes, y desde mi casa son, por lo menos, 20 minutos de viaje (tal vez un poco menos, pero hay que dar tensión). En el auto vamos los antes mencionados y una amiga de la Cata, nadie muy importante en realidad. La Cata va golpeando el asiento de Max diciéndole que vamos tarde, que no vamos a alcanzar a ver la película. Le explico mi experiencia al intentar ir a ver Batman en la semana (donde, con mis amigos, tuvimos que esperar a la segunda función, porque todas las entradas estaban agotadas). La Cata se desespera, pero con su forma de desesperarse que no es tan desesperada finalmente. Llegamos, nos estacionamos, subimos escaleras, hacemos la fila (en realidad la Cata con su amiga lo hacen… la fila…). Entonces no hay entradas. Solo numeradas y en los 5 primeros asientos frente (y a un metro, aprox.) de la pantalla. Entonces decidimos que no, pero no sabemos qué hacer. Max dice que si estuviéramos drogados podríamos entrar a ver alguna otra huevada. Arturo lo apoya, yo también, y la amiga de la Cata, ella, tiene marihuana. Hasta entonces no lo sabíamos, ella nos lo comenta ahí. Todos nos miramos, nos cagamos de la risa y vamos a comprar entradas. ¿Qué película? –Kung Fu Panda –dicen Max y la Cata. El resto asentimos. De esta forma, y con entradas en mano, bajamos nuevamente al auto y comenzamos a rolar. Una guardia nos vigila atentamente y nosotros, sin aún los efectos de la marihuana, huimos del lugar y vamos en auto a una calle cercana. El olor de la hierba es profundo y potente. La cata dice que huele a pino e impregnan todo el auto del bizarro olor, una mezcla entre olor dulce y acido muy fuerte. Abrimos las ventanas y comenzamos a quemar. Yo solo fumo como fumador social, y esta vez también me freno porque me digo –estás con las emociones a flor de piel, si te embriagas o te vuelas puedes colapsar aun más de lo que has hecho. –solo una quemada, una quemada que me deja relajado pero no pegado, mucho menos paranoico. Mis amigos, por el contrario, dicen quedar ridículamente drogados. Y si, la hierba de esta chica era ridículamente fuerte, pero como fumé poco no me pegó tanto. Cuando subimos para entrar a ver la película ya han pasado 20 minutos, de los cuales 10 son de trailers, así que nos perdimos los 10 primeros minutos de la película. Pero estábamos volados, pudo haber sido más o menos. La película es un asco, las escenas de acción son grosas, pero la película (que por lo demás vimos doblada, y nadie se fijo en ello antes de entrar) es una película para cabros chicos, con trama sencilla y bromas livianas. No hay voces de Jack Black, hay voces de Omar Chaparro o algo así. Los chiquillos a mi lado se ríen, pero se ríen por que no pueden aguantarse la risa de lo drogados que están. Así que lo pasé bien finalmente, pero no por la película, sino por la reacción de mis amigos y de las aterrorizadas madres que notaron lo raro que nos comportábamos. No voy a hablar más de la película porque no hay mucho más que rescatar de esta, salimos a la hora (es una película bien breve) y Max entonces dice que vayamos y nos colemos para ver otra película. Él entra a una sala pero no hay nada, luego otra y lo mismo. Cuando vimos que la idea no funcionó la Cata abre una puerta y se escucha un estruendo, veo como ella, su amiga y Max entran para la sala. Yo y Arturo nos miramos, vemos el afiche y nos preguntamos que estamos haciendo. Entramos, nos sentamos en los primeros asientos que nos encontramos y en primerísimo primer plano Carrie Bradshaw. Gracias a la homosexualidad manifiesta de un amigo, y la latente de otro (aunque yo digo que no es tan latente), ya sabía un poco de esta película. Era cosa de escucharlos conversar al día después del estreno. Así que podía ubicarme un poco. Por este escaso conocimiento ya sabía que a Carrie la había dejado plantada en el altar Mr. Big. Que Charlotte por fin queda embarazada. Samanta trata de dejar de ser tan maraca y que la otra (la lesbiana en la vida real) fue engañada por su esposo y se separan. La historia es simple, con tallas livianas y predecibles. Mucha ropa de diseñador, gasto de dinero, alusiones explicitas sexuales, glamour y Nueva York, todo relatado a través de las crónicas del personaje principal, ms. Bradshaw. Mientras vemos esto le pregunto a Arturo porqué estamos acá el me dice –es culpa de Max esto, yo me quiero ir para mi casa –y luego sigue viendo la película. Max me dice que no entiende que hacemos acá y yo, simplemente me tiendo en la butaca y sigo viendo la película. Puedo decir que vi un 60% de la película, o eso estimo por lo menos. La vimos no de tan al principio y llegamos hasta el final (o lo que creímos el final, no nos íbamos a quedar para los créditos, ni siquiera para el fade-out). Cuando salimos de la sala nos reímos de lo estúpido que había sido la noche, fuimos a dejar a la amiga de la cata y nos perdimos por lo drogado del conductor (Max). De ahí en adelante la noche fue rememorar lo que hicimos, preguntarnos porque, reírnos de nuestra estupidez y disfrutarlo.

El día así fue una montaña rusa. Puede que no haya ocurrido un balance cósmico. Hubo una muy pronunciada bajada con una pequeña subida, pero subida al fin. Detesto mi vida amorosa, y eso es un hecho. Esta es un asco y sinceramente estoy deprimido por ello. Pero por otra parte tengo a mí alrededor gente muy graciosa, y sé que si bien puedo estar sumamente triste ellos me alegraran. No importa quienes sean estos, siempre me logran sacar una sonrisa. Puede que yo esté medio ido, medio triste y busque mis espacios, pero siempre me logran sacar una sonrisa. Con esto, como dije, no pretendo decir que estoy bien. Estoy herido. Pero el mundo funciona en base al sin sentido. El sin sentido te hiere y te confunde. Pero también, el sin sentido te alegra, te sorprende y te hace reír. Mi vida no tiene sentido y creo que no lo buscaré. A veces uno se desespera y quiere saber si existe una razón. Algunos dicen que si no hay razón no vale la pena, pero desde hace algún tiempo yo pienso todo lo contrario. La vida no valdría la pena si todo tuviese sentido. El dolor no se sentiría tan pesado y el amor no sería tan increíble. Tus amistades, tu familia, tus creencias y tus gustos no serían lo mismo si tuviesen sentido. Mis amigos no los tienen, y esa es la gracia. Sufre, goza y vive. Pero no vivas por tener sentido, vive para vivir. Todo esto me hizo sentido mientras volvía a mi casa. Max conduciendo en silencio a mi lado mientras escuchábamos Battles, y yo pensaba esto, y también se colaba una frase por mi cabeza.
"Love Sucks"… algo así como una síntesis de todo…

Pero se me ocurrió una variación… “Love, Suck”… y me reí. Un chiste idiota, pero si el amor te golpea fuerte, pensé, porque no reírse un poco también. No todo es blanco y negro, nada lo es, todo son grises…

Así que “Love, Suck”, y que sea bueno por favor.

13.7.08

sin suceso

lo que tu y yo vivimos nadie más lo puede comprender. pensé que si lo explicaba lenta y detalladamente lo comprenderían, pero fué mucho más.
ayer me encontré con amigos que no veía desde hace algún tiempo, entonces le comenté esto mismo. les dije que había sucedido algo, algo grandioso pero que es difícil de explicar. me preguntaron que era, y parti (como uno de mis amigos siempre me dice que es uno de mis defectos) dando explicaciones. les comenté que hace algunos días, seguramente un par de días previo a los sucedido, me encontraba enla consulta atendiendo un par de pacientes. había sido un dia flojo, algo bastante extraño para un hospital publico, pero lo que me permitió rumearla idea y los recuerdos. intenté hilarlo en palabras, contextualizarlo, poner personajes, integrarlo en metaforas, pero nada resultaba convincente. a eso del medio día un paciente llegó. era un paciente que ya llevaba yendo un par de meses y, por ende, ya existía una relación particular. cuando el entró lo recibí como siempre lo había hecho, pero hoy algo era distinto. él también lo notó y su actitud a mi fué diferente de las otras sesiones. nos sentamos y recuerdo haberle preguntado como le había ido. el me dijo que le parecía gracioso que lo preguntara, porque no solía hacerlo. me preguntó como me había ido a mi. y no pude controlarme, y le dije que algo había pasado. el me dijo que algo parecía sucederme, me preguntó que había ocurrido. entonces lo miré, le sonreí y no le dije nada. mis amigos entonces me preguntaron que sucedió, y entonces les epxlique que no sucedió nada más, el solo asintío y la sesión fue un largo silencio entre los dos. me preguntaro si el me había preguntado algo más, les dije que si, pero que cada vez que me preguntaba algo yo solo le respondía que no podia responder de otra forma. ellos me comenzaron a decir que pudo haber sido contratransferencia, resistencia del terapeuta, impasse, quiebre de la alianza terapeutica, ruptura del continuo paciente-terapeuta, y todos esos nombres que aluden a aquellos lugares problematicos. entonces los miré, y por un segundo me detuve a pensar que estaba ocurriendo, y les dije que no habían comprendido nada.
lo que tu y yo vivímos nadie más lo va a comprender, y eso lo entendí más claramente ayer. creo que esto es de nosotros, y de nadie más. tal vez alguien algún día le suceda, pero le pasará lo mismo que nos está pasando aqui y ahora. tal vez ni siquiera nosotros lo logremos comprender entonces.